miércoles, 4 de septiembre de 2013

proyecto

                                    UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO
                                       FACULTAD DE HUMANIDADES
                            ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
                                     



TESINA

¿Cuál es la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la mujer?

                                                       AUTORES:

BENITES SAAVEDRA NESTOR
MEDINA TELLO LUZ EVELYN

ASESOR( ES):

TASAYCO FELIX, JOSE EMILIO

                                                     LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
PROGRAMAS DE PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN PARA EL BIENESTAR PSICOLÓGICO

Trujillo -  Perú
2013






¿Cuál es la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la mujer?

Descripción: http://educaenfria.files.wordpress.com/2011/11/violencia-de-genero1.gif













DEDICATORIA

A dios, quien día a día, nos da  la  fuerza para  llevar a cabo todo lo que nos  proponemos en la vida, guiándome a escoger los caminos correctos.
Para el  docente  Tasayco Felix, Jose Emilio,  nuestros padres por apoyarnos en cada decisión que tomamos y  nuestros  amigos que a pesar de las dificultades siempre están ahí para alentarnos.
MEDINA TELLO LUZ EVELYN

























Agradecimiento


A dios que nos concede el privilegio de la vida y nos ofrece lo necesario para conseguir nuestras metas.
                                            Medina Tello, Evelyn





Agradezco a dios por su ayuda incondicional, a mis padres por su apoyo en todos mis objetivos y a mi hermana por hacerme reír en los peores momentos.
                                                                      
Benites Saavedra Nestor

                                   














PRESENTACIÓN

La presente investigación de tipo correlacional  se denomina “Cual es la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la mujer”

Las técnicas que se emplearon para la recolección de datos fueron libros, información de internet y algunas fuentes para la variable educación, autoestima, maltrato a la mujer.

Por otro lado, esta investigación se realizó  para efectos del curso de Programas de Promoción y Prevención para el Bienestar Psicológico. Asimismo, para realizar dicho trabajo de investigación contamos con la tenacidad y responsabilidad de los miembros de nuestro grupo, además obtuvimos la facilidad para obtener información porqué tuvimos disponible el uso de la biblioteca de otras universidades, para la realización de nuestra investigación.















RESUMEN

El tema que se presenta en el desarrollo de esta  investigación es de suma importancia, ya que la violencia hacia la mujer es un tema que está entre nosotros, diversos estudios nos presentan que en 50% de las familias sufre o a sufrido conductas violentas de parte del hombre del hogar. Del mismo modo podemos decir que la familia es donde nacen y maduran los sentimientos más intensos, y donde se realizan los aprendizajes sociales básicos. Por lo tanto podemos plantear que la violencia sea de valor cultural con raíces profundas, que se caracterizan con la relación entre los más fuertes y los más débiles desde tiempos remotos en la sociedad. Por ultimo este tema es de importancia para nosotros ya que nos gustaría saber cuáles son los factores que producen la violencia hacia la mujer y sus consecuencias, para así tener presente el no cometer nunca esas conductas.
"Cada uno es el destino del otro, y sin duda el destino secreto de cada uno es descubrir al otro (o seducirlo), no por maldición ni por alguna otra pulsión de muerte, sino por su propio destino vital"
J. BAUDRILLARD













INTRODUCCIÓN

Antes de comenzar a contextualizar el problema de la violencia contra la mujer debemos definir lo que es violencia y familia para poder profundizar en el tema ya presentado. Por ende la violencia (Jorge Corsi, 1994) implica siempre el uso de la fuerza para producir un daño, en sus múltiples manifestaciones la violencia es una forma de ejercer el poder mediante el empleo de la fuerza ya sea física, psicológica, económica, política, etc. El empleo de la fuerza se constituye, así, en un método posible para la resolución de conflictos interpersonales. Para que una conducta violenta sea posible, tiene que darse una condición, la cual debe existir un cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido culturalmente o por el contexto de la situación donde se ejerza una conducta violenta.

El concepto de familia de Jorge Corsi, 1994, dice que es un grupo de personas que están unidas por vínculos de parentesco, ya sea de sangre, por matrimonio o adopción y que viven juntos por un período indefinido de tiempo. En la actualidad, destaca la familia nuclear o conyugal, la cual está integrada por el padre, la madre y los hijos a diferencia de la familia extendida que incluye los abuelos, suegros, tíos, primos, etc.

Luego de haber definido esos conceptos, debemos presentar el tema de violencia familiar que según Jorge Corsi, 1994, elude todas las formas de abuso que tiene lugar en las relaciones entre los miembros de una familia, se denomina relación de abuso a aquella forma de interacción que, enmarcada en un contexto de desequilibrio de poder incluye conductas de una de las partes que, por acción o por omisión, ocasionan daño físico y/o psicológico a otro miembro de la relación.




CAPITULO I


MARCO METODOLÓGICO


1.1.         Problema:

1.1.1.   Realidad problemática:

Este trabajo de investigación se puede ver en la realidad social como un problema común en estos tiempos.

1.1.2.   Formulación del problema:

   ¿Cuál es la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la mujer?

1.1.3.   Justificación:

Este estudio  de  investigación se realizó debido a que en la actualidad se observa  un fenómeno complejo de la sociedad, conocido desde hace siglos, pero con características especiales en la etapa actual, puesto que puede envolver a cualquier grupo socioeconómico en mayor o menor intensidad, y resultan las familias desposeídas las más afectadas.
Cuando se observa lo que ocurre en el mundo alrededor de las familias y dentro de éstas, a la mujer y el niño; es fácil comprender el riesgo a la supervivencia que corren millones de personas, si no se les presta la ayuda necesaria para aliviar la pobreza, el maltrato físico y psicológico  y alcanzar niveles de vida adecuados en los próximos años.

1.1.4.   Limitaciones:

Poco tiempo para realizar las investigaciones, lo cual influye en el resultado de la investigación.
Poco tiempo que teníamos para reunirnos con mis compañeras, ya que no concordábamos en horarios, para así avanzar con la investigación.



1.2. Objetivos:


1.2.1.   Objetivo general:


Identificar la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la mujer, (mediante el uso de libros, información de internet y algunas fuentes).

1.2.2.   Objetivos específicos:


·           identificar cuanto influye el factor familia en la educación de los padres hacia los hijos.
·           identificar cuanto influye la autoestima en su educación familiar.
·           conocer cuál es la influencia de la familia en la autoestima del menor.
·           cuál es la influencia de la crianza en sus relaciones interpersonales.
·           como influye el entorno familiar en el aspecto intrapersonal de los hijos.

1.2.3.   Variables:

·                     Educación
·                     Autoestima
·                     Maltrato hacia la mujer

1.3. Hipótesis:


1.3.1.   Hipótesis general:


La educación y la baja autoestima influyen con respecto al maltrato hacia la mujer.

 

1.3.2.   Hipótesis específicas:

·         El factor familia influye de una manera directa en la educación de los hijos.
·         La autoestima influye  al maltrato hacia la mujer.
·          Las familias  influencian en el nivel de autoestima de sus hijos.
·         la crianza de los hijos ha influenciado en sus relaciones interpersonales.
·         el entorno familiar influye de manera directa en el aspecto intrapersonal.

1.4. Diseño de ejecución

1.4.1.   Tipo De investigación:


Este presente proyecto de investigación se basa en un estudio correlacional.

1.4.2.   Diseño de investigación:


Se empleó un diseño de investigación no experimental de tipo   transversal – correlacional

1.4.3.   Instrumentos


 Libros, información de internet y algunas fuentes.

REALIDAD PROBLEMÁTICA:


El trato discriminatorio a la mujer persiste en ámbitos como el laboral o el económico y parece que fuera desapareciendo de otros, como el educativo. Cuando una mujer es golpeada física o psicológicamente en su círculo más cercano, aparece, como en un espejo, la imagen misma de lo que nuestra sociedad sigue siendo.
El rol social que se atribuye a la mujer la convierte en víctima de una violencia específica que, aunque la conocemos por doméstica, es el más evidente ejemplo de violencia de género.
El poder y el dominio se consideran valores positivos, aún más en nuestras sociedades competitivas, y esos atributos continúan siendo intrínsecos a la virilidad. Estos “valores” fundamentan estructuras de desigualdad, y un medio para alcanzarlos, demostrarlos o defenderlos es la agresión.
Los médicos forenses, Miguel y José Antonio Llorens Acosta, sostienen que a lo largo de la Historia las agresiones masculinas han sido una demostración de autoridad y superioridad que las mujeres aguantaban como “pago” a la protección que el hombre les ofrecía. Todavía hoy en muchos casos, el hombre representa esa protección y esa seguridad, sobre todo económica, pero debería haberse superado la primitiva moneda del maltrato.
La violencia doméstica no se da únicamente entre mujeres dependientes, con poca formación o bajo nivel cultural; jóvenes universitarias o mujeres de clase media y alta son también objeto de este tipo de agresiones, aunque sus posibilidades personales y económicas hacen que no se prolongue en el tiempo. Un estudio del profesor José Antonio Carrobles entre estudiantes universitarias revelaba que el 7% había sido víctima de alguna agresión de carácter sexual... lo preocupante es que el 17% de sus compañeros encontraba alguna justificación a la agresión. Datos como éste son una prueba de que queda mucha tarea educativa y de sensibilización para acabar con la violencia de género.
UN PROBLEMA SOCIAL
Hasta 1998 no se percibía en la opinión pública la convicción de que la violencia doméstica era una cuestión social y una señal de alarma ante una realidad que concernía a todos. El caso del asesinato de Ana Orantes a manos de su marido tenía todos los componentes de gran titular: quemada viva tras años de palizas y con unos hijos que repudiaban al agresor. Las organizaciones de mujeres, desde su aparición, han trabajado por que todos los ciudadanos se conciencien de la lacra que supone la violencia doméstica —“terrorismo doméstico”, como ellas prefieren llamarlo— pero bastaron unas imágenes en televisión para que sus reivindicaciones empezaran a ser escuchadas. Desde entonces ha pasado de ser un asunto privado, que sólo concierne a la pareja, a un problema social, que también compete a las autoridades.
Ese mismo año se aprobó el primer Plan de Acción contra la Violencia Doméstica, con medidas que se prolongaban hasta el presente año 2000. Desde entonces se han invertido algo más de 4.700 millones de pesetas en campañas publicitarias, cursos de formación o casas de acogida. Un total de 70 Organizaciones No Gubernamentales han recibido subvenciones para desarrollar programas que combatan la violencia doméstica. Pero el número de mujeres asesinadas por sus parejas continúa aumentando. En 1998 un total de 35 mujeres murieron a manos de sus cónyuges, en el 99 el número ascenció a 42, y por lo menos a 30 en lo que va de año.
Uno de los principales logros, según las asociaciones, es el creciente número de denuncias —que han aumentado un 6,5% con respecto al año 99— ya que podría afirmarse que los malos tratos son en realidad un problema oculto: se calcula que el 95% de las agresiones no se denuncia. Uno de los principales retos es acabar con el sistema que otorga impunidad al agresor, para que la mujer perciba que la denuncia puede ser el principio del fin.  Fundamentalmente, las críticas se centran en la aplicación de la legislación y en los defectos de fondo y de forma durante el proceso que colocan a la mujer en una situación de total indefensión.


RESPUESTA PENAL INSUFICIENTE
La mayoría de los colectivos que trabajan para acabar con el maltrato hacia la mujer coinciden en señalar que la legislación es clara y suficiente, aunque siempre podría mejorarse. La Asociación de Mujeres Juristas Themis estudió la respuesta penal a la violencia familiar mediante el análisis de casi 2.500 expedientes judiciales.Una de sus principales conclusiones es que en más de la mitad de los casos las mujeres desisten de continuar los procesos por la falta de mecanismos judiciales de apoyo y protección. Resulta además muy sorprendente que el 51% de las sentencias que se pronunciaron fueran absolutorias y tan sólo en el 18% el agresor fue condenado.
Otra constante es la falta de rigurosidad de los jueces, ya que en la mayoría de los casos se imponen las penas mínimas y sólo se actúa con contundencia si se producen resultados de muerte, nunca en prevención de los mismos. Pero como denuncia Themis, la sanción penal de la violencia familiar no es cuestión de “mayor severidad en las sanciones, sino fundamentalmente de voluntad real de aplicación legal de la normas existentes”.
Ana Maria  Pérez del Campo, fundadora de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas, ha afirmado que las víctimas de malos tratos prefieren que su caso sea juzgado por un hombre en lugar de una mujer, ya que las juezas, quizás por temor a que se les acuse de feministas, suelen ser más benévolas con el agresor.
En cualquier caso, también existen ejemplos laudatorios: el juez Santiago Vidal de la Audiencia de Barcelona, consideró un caso de maltrato en el hogar como delito contra la integridad de las personas, recogido en el capítulo del Código Penal dedicado a las torturas —hasta ahora sólo se había aplicado en casos de violencia policial—. Esta sentencia sienta un precedente y abre la posibilidad de luchar de manera más decidida contra la violencia doméstica. El agresor fue condenado a 29 años de prisión.
SÍNDROME DE ESTOCOLMO DOMÉSTICO
A pesar de las dificultades y del miedo hay que romper el silencio. El silencio siempre es un obstáculo y una de las principales trabas que tiene la mujer para acabar con él es ella misma. Reconocerse como víctima y “traicionar” al que ha sido su compañero, asumir el juicio social, sentirse responsable de las agresiones, la falta de perspectivas personales y económicas… son factores psicológicos y sociales que perpetúan la lacra de la violencia doméstica.
La macroencuesta realizada en marzo por el Instituto de la Mujer revela que el 12,5% de las mujeres maltratadas no se reconoce como tal. ¿Mecanismo de defensa o interiorización de unos roles impuestos? Según Andrés Montero, Presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia, la definición misma de maltrato no es unívoca y depende de tantos factores que para muchas mujeres los insultos no son agresiones... para otras muchas, un bofetón, tampoco.
La mayoría de las que sufren maltrato están inmersas en una maraña de comportamientos para poder aguantar el infierno de la convivencia. Muchas no soportan esta situación y acaban tomando la opción del suicidio... las cifras sobre muertes por malos tratos nunca contabilizan los datos de suicidios.
Los síntomas depresivos que padecen estas mujeres se manifiestan fundamentalmente mediante la apatía, la pérdida de esperanza y la sensación de culpabilidad.
El informe La violencia doméstica contra las mujeres elaborado por el Defensor del Pueblo en 1998, insiste en el arraigo entre muchas mujeres de lo que denomina “el amor romántico”, que con su carga de altruismo, sacrificio, abnegación y entrega, refuerzan la actitud de sumisión.Consideran un fracaso la separación porque después de tanto esfuerzo no han conseguido salvar su relación.
Asumen el sufrimiento como un desafio, como si ellas pudieran cambiar la situación, cambiarle a él. Echan la culpa de la irritabilidad de sus compañeros a factores externos como la falta de trabajo, los problemas, e incluso llegan a culpabilizarse a sí mismas. Encuentran cualquier argumento para justificar a su pareja; en el 45% de las denuncias, la mujer argüía el alcoholismo del hombre como causa desencadenante de la agresión, cuando está demostrado que el porcentaje de agresiones que se producen bajo los efectos del alcohol es muy reducido.
La ausencia de unas redes sociales sólidas hacen que su mundo sea su compañero, que los proyectos de él sean los suyos propios y que todo se reduzca a él.
Pero ¿cómo se explica que una mujer pueda soportar durante años malos tratos brutales (más del 70% convive con el agresor más de cinco años)? ¿Por qué no sólo no los rechaza sino que encuentra justificaciones? Dar una explicación a estas reacciones paradójicas es uno de los objetivos de Andrés Montero. Este experto ha desarrollado un modelo teórico denominado Síndrome de Estocolmo doméstico que describe como “un vínculo interpersonal de protección, constituído entre la víctima y el agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través de la inducción en la víctima de un modelo mental”. Ella desarrolla el síndrome para proteger su propia integridad psicológica y, para adaptarse al trauma, suspende su juicio crítico. Esta podría ser una sólida explicación para que las mujeres maltratadas desarrollen ese efecto paradójico por el que defienden a sus compañeros, como si la conducta agresiva que desarrollan fuera el producto de una sociedad injusta y fueran ellos las víctimas de un entorno violento que les empuja irremediablemente a ser violentos.
El Síndrome de Estocolmo doméstico viene determinado por una serie de cambios y adaptaciones que se dan a través de un proceso en el que se reconocen cuatro fases. En la fase desencadenante, los primeros malos tratos rompen el espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esto desencadenaría desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión. En la denominada fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes pero sus redes sociales están ya muy mermadas, se encuentra sola, generalmente posee exclusivamente el apoyo de la familia. Con su percepción de la realidad ya desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva, llegando así a una fase de afrontamiento, donde asume el modelo mental de su compañero, tratando de manejar la situación traumática. En la última fase, de adaptación, la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior, y el Síndrome de Estocolmo doméstico se consolida a través de un proceso de identificación.
Esta explicación teórica intenta describir un proceso e identificar sus causas para lograr el objetivo último de trabajar con mujeres maltratadas y conseguir que escapen del entorno violento en el que viven, pero también de esa cárcel en que se ha convertido su mente.
ETAPAS DE LA VIOLENCIA
La violencia es un círculo: cuanto más se consiente, más difícil es repudiarla. La violencia hacia las mujeres es un proceso que, aunque depende de los factores biológicos, sociales o culturales de cada persona y de cada pareja, presenta etapas comunes.
Al principio la tensión es la característica del hombre maltratador, se muestra irritable y no reconoce su enfado por lo que su compañera no logra comunicarse con él, lo que provoca en ella un sentimiento de frustración. Todo comienza con sutiles menosprecios, ira contenida, fría indiferencia, sarcasmos, largos silencios. A la mujer se le repite el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta por lo que ella empieza a preguntarse qué es lo que hace mal y comienza a culpabilizarse de lo que sucede.
A este primer estadio de acumulación de tensión le sucede la fase de explosión violenta marcada por la pérdida total del control y el comienzo de las agresiones mediante insultos, frases hirientes, golpes y/o abusos sexuales. La mujer es incapaz de reaccionar, está paralizada por el dolor o por la dificultad de encontrar una respuesta a estas actitudes. Está viviendo una indefensión aprendida.
Durante la mal llamada etapa de “luna de miel”, el agresor se arrepiente de su actitud, promete no volver a hacerlo, cambia para contentarla y durante un tiempo se comporta como ella espera. La mujer entonces se siente reforzada, cree, erróneamente, que ha logrado que su compañero comprenda, siente que cuenta en la relación. A esta falsa ilusión sigue un nuevo ciclo de tensiones en el momento en que el hombre considera que está perdiendo el control sobre ella.
Del abuso verbal en un 90% de los casos se pasa a la violencia física... pero el abuso verbal también es maltrato. Tan traumática puede ser una agresión física como un continuo maltrato psicológico. La violencia psíquica es cualquier acto o conducta intencionada que produce desvaloraciones, sufrimientos o agresión psicológica y puede ser a través de insultos, vejaciones, crueldad mental, gritos, desprecio, intolerancia, humillación en público, castigo, muestras de desafecto, amenazas, subestimación... Según sostiene el informe del Defensor del Pueblo, “es frecuente que se den comportamientos de maltrato psicológico y que socialmente sean aceptados y entren dentro de los límites de la “normalidad”.
Hay además otra forma de maltrato, el abuso sexual, que según la Asociación de Mujeres contra la Violación padecen una de cada siete mujeres casadas. La violación dentro del matrimonio ha sido un asunto muy controvertido y aún hoy alguna sentencia considera atenuante la relación de matrimonio entre la víctima y el agresor. El abuso sexual es cualquier contacto realizado contra la voluntad de la mujer, no tiene por qué ir asociado a agresiones físicas, basta con que se produzca sin el consentimiento de ella. Muchas de las mujeres que denuncian malos tratos omiten el hecho de que durante años han soportado relaciones sexuales sin desearlas. En ello influye el hecho de que se tiende a minimizar este tipo de violencia dentro de la pareja y de que entre mujeres que han recibido una educación más tradicional está extendida la falsa idea de que los hombres tienen mayores “necesidades”, y que han de satisfacerlas a su manera. Se parte entonces de prejuicios culturales según los cuales la violación es un acto que sólo se produce entre personas desconocidas, nunca entre marido y mujer.
LA VIOLENCIA PSICOLOGICA
La violencia psicológica es un tema que con más frecuencia se está escuchando y de acuerdo a las encuestas de la OMS va ascendiendo, a pesar de la modernidad y rápida urbanización de la población del mundo, la violencia en cualquier manifestación, se sigue expandiendo como si fuera una epidemia. Dentro de la violencia generada hacia la mujer, se encuentra la psicológica, sin duda sutil y grave a su vez. La violencia psicológica podemos definirla como: el conjunto de conductas que generan agresión, denigrando y modificando la autoestima de la mujer, así como la imagen de sí misma. Hay tres formas en que se puede emplear este tipo de violencia:
1.   Maltrato psicológico. Consiste en el trato degradante continuo que tiene como propósito atacar la dignidad de la persona. Es difícil de detectar pues son muy sutiles pero con el tiempo afectan.
2.   Acoso psicológico. Es generar violencia psicológica planificada para obtener un propósito específico, donde el atacante está consciente de lo quiere lograr, en este caso denigrar la autoestima de la violentada para someterla.
3.   Manipulación mental. Es la forma de control que se da entre dos personas, en este caso, del hombre hacia la mujer generando paulatinamente que ésta pierda su autonomía, libertad y toma de decisiones haciéndola dependiente en todas la formas: económica y emocionalmente.

EDUCACIÓN Y PREVENCIÓN
La violencia no es un instinto, no es un reflejo ni tampoco una conducta necesaria para la supervivencia. Como afirma el informe del Defensor del Pueblo “La violencia se aprende. Se aprende observando cómo los padres, los hermanos mayores o los vecinos se relacionan”. Lo cierto es que los estudios sobre violencia doméstica establecen la característica común de que tanto víctimas como agresores asumen con mayor permisividad la violencia porque crecieron en un entorno en el que ésta era una forma común de expresarse. La mayor parte de las mujeres maltratadas tuvieron experiencias negativas en su familia: sufrieron la violencia de sus padres o fueron testigo del sufrimiento de una madre maltratada, así, adquirieron un rol pasivo de sumisión y sometimiento. Están pues habituadas a este tipo de conducta por lo que han desarrollado una desvalorización de su persona y se han adaptado a un continuo maltrato. En cuanto a los maltratadores, igualmente proceden, en su mayoría, de familias donde existían los malos tratos y han interiorizado la violencia como un instrumento de poder.
Los psicólogos consideran que los modelos se repiten, perpetuándose el denominado “ciclo de violencia” por el que niñas maltratadas y niños maltratados o testigo del maltrato, acaban convirtiéndose en maltratadores. De esta manera, los modelos familiares y los roles sexuales transmitidos en la educación más primaria del individuo, tienen mucha más influencia que la educación recibida posteriormente.
Para lograr la erradicación de los malos tratos es fundamental acabar con los estereotipos del dominio del hombre, que se siente con el derecho de que su compañera y sus hijos le rindan obediencia, lealtad y respeto incondicional. Lograr que se asuman plenamente las relaciones de igualdad, con el respeto a la persona, independientemente de su sexo, es fundamental para trabajar en prevención.
La prevención a través de la educación es una de las reivindicaciones del colectivo de mujeres que trabajan con las víctimas del maltrato doméstico. El ya mencionado Plan de Acción destinó a educación y formación (donde también se incluyen cursos a profesionales de todos los ámbitos, educadores pero también policías) un total de 213 millones de pesetas mientras que en el área de sensibilización, que incluye medidas para que la sociedad se conciencie, se han invertido 394 millones.
Inculcar valores de igualdad, de respeto, de tolerancia, educar en la no violencia, transmitir modelos donde la comunicación sea la palabra y no la agresión... son los pasos necesarios para erradicar esta flagrante violación de los Derechos Humanos más básicos.
 
 


CONCLUSIONES
Ø  Aumentar la conciencia para cambiar las actitudes y tener una influencia en el comportamiento entre la gente de todos los niveles de vida es esencial para prevenir y poner fin a la violencia contra las mujeres.
Ø  Desde individuos hasta gobiernos de ONG, se está movilizando a la gente en esfuerzos locales, nacionales e internacionales para tratar con el problema.
Ø  Las actividades varían de campañas gubernamentales para informar a las mujeres que existen leyes para prevenir y castigar la violencia, hasta peticiones mundiales, reuniones de comunidades y poblaciones para hablar de los efectos adversos de la mutilación de los órganos genitales femeninos, proyectos para involucrar a hombres y niños en la prevención de la violencia contra las mujeres.

BIBLIOGRAFIA
Ø  ADDIS, E; CHEJTER, S; CHANETON, J; LOS, M; DE LAURENTIS, T; MARCUS, S; VANCE, J (1994) Violencia sexual. cuerpos y palabras en lucha. TRAVESIAS, AÑO II Nª 2 - Temas del Debate Feminista Contemporáneo. CECYM - (Centro de Encuentros Cultura y Mujer) Argentina.

Ø  ALBERDI, I  y  MATAS, N. (2002)  La violencia doméstica. Informe sobre los malos tratos a mujeres en España. Colección Estudios Sociales -Fundación La Caixa. (PDF)

Ø  ALCALE SÁNCHEZ, M. (2000). El delito de malos tratos físicos y psiquicos en el ámbito familiar Tirant lo Blanch, Valencia.

Ø  ÁLVAREZ A. (1998). Guía para mujeres maltratadas. Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid, Madrid.AMORÓS C. (1990). Violencia contra las mujeres y pactos patriarcales, en Maqueira y Sánchez, comp., Violencia.y sociedad patriarcal. Ed. Pablo Iglesias, Madrid.



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