UNIVERSIDAD
CÉSAR VALLEJO
FACULTAD
DE HUMANIDADES
ESCUELA PROFESIONAL
DE PSICOLOGÍA
TESINA
¿Cuál es la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con
respecto al maltrato hacia la mujer?
AUTORES:
BENITES
SAAVEDRA NESTOR
MEDINA
TELLO LUZ EVELYN
ASESOR( ES):
TASAYCO
FELIX, JOSE EMILIO
LÍNEA
DE INVESTIGACIÓN:
PROGRAMAS
DE PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN PARA EL BIENESTAR PSICOLÓGICO
Trujillo - Perú
2013
¿Cuál es la influencia de
la educación de los padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la
mujer?
DEDICATORIA
A dios, quien día a día, nos da la
fuerza para llevar a cabo todo lo
que nos proponemos en la vida, guiándome
a escoger los caminos correctos.
Para el
docente Tasayco Felix, Jose
Emilio, nuestros padres por apoyarnos en
cada decisión que tomamos y
nuestros amigos que a pesar de
las dificultades siempre están ahí para alentarnos.
MEDINA TELLO LUZ EVELYN
Agradecimiento
A dios que nos concede el privilegio de la vida y
nos ofrece lo necesario para conseguir nuestras metas.
Medina Tello, Evelyn
Agradezco a dios por su
ayuda incondicional, a mis padres por su apoyo en todos mis objetivos y a mi
hermana por hacerme reír en los peores momentos.
Benites Saavedra Nestor
PRESENTACIÓN
La presente investigación de tipo
correlacional se denomina “Cual es la
influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al
maltrato hacia la mujer”
Las técnicas que se emplearon para la
recolección de datos fueron libros, información de internet y algunas fuentes
para la variable educación, autoestima, maltrato a la mujer.
Por otro lado, esta investigación se
realizó para efectos del curso de Programas
de Promoción y Prevención para el Bienestar Psicológico. Asimismo, para
realizar dicho trabajo de investigación contamos con la tenacidad y
responsabilidad de los miembros de nuestro grupo, además obtuvimos la facilidad
para obtener información porqué tuvimos disponible el uso de la biblioteca de
otras universidades, para la realización de nuestra investigación.
RESUMEN
El tema que se presenta en
el desarrollo de esta investigación es
de suma importancia, ya que la violencia hacia la mujer es un tema que está
entre nosotros, diversos estudios nos presentan que en 50% de las familias
sufre o a sufrido conductas violentas de parte del hombre del hogar. Del mismo
modo podemos decir que la familia es donde nacen y maduran los sentimientos más
intensos, y donde se realizan los aprendizajes sociales básicos. Por lo tanto
podemos plantear que la violencia sea de valor cultural con raíces profundas,
que se caracterizan con la relación entre los más fuertes y los más débiles
desde tiempos remotos en la sociedad. Por ultimo este tema es de importancia
para nosotros ya que nos gustaría saber cuáles son los factores que producen la
violencia hacia la mujer y sus consecuencias, para así tener presente el no
cometer nunca esas conductas.
"Cada uno es el
destino del otro, y sin duda el destino secreto de cada uno es descubrir al
otro (o seducirlo), no por maldición ni por alguna otra pulsión de muerte, sino
por su propio destino vital"
J. BAUDRILLARD
INTRODUCCIÓN
Antes de comenzar a contextualizar
el problema de la violencia contra la mujer debemos definir lo que es violencia
y familia para poder profundizar en el tema ya presentado. Por ende la
violencia (Jorge Corsi, 1994) implica siempre el uso de la fuerza para producir
un daño, en sus múltiples manifestaciones la violencia es una forma de ejercer
el poder mediante el empleo de la fuerza ya sea física, psicológica, económica,
política, etc. El empleo de la fuerza se constituye, así, en un método posible
para la resolución de conflictos interpersonales. Para que una conducta
violenta sea posible, tiene que darse una condición, la cual debe existir un
cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido culturalmente o por el
contexto de la situación donde se ejerza una conducta violenta.
El concepto de familia de
Jorge Corsi, 1994, dice que es un grupo de personas que están unidas por
vínculos de parentesco, ya sea de sangre, por matrimonio o adopción y que viven
juntos por un período indefinido de tiempo. En la actualidad, destaca la
familia nuclear o conyugal, la cual está integrada por el padre, la madre y los
hijos a diferencia de la familia extendida que incluye los abuelos, suegros,
tíos, primos, etc.
Luego de haber definido
esos conceptos, debemos presentar el tema de violencia familiar que según Jorge
Corsi, 1994, elude todas las formas de abuso que tiene lugar en las relaciones
entre los miembros de una familia, se denomina relación de abuso a aquella
forma de interacción que, enmarcada en un contexto de desequilibrio de poder
incluye conductas de una de las partes que, por acción o por omisión, ocasionan
daño físico y/o psicológico a otro miembro de la relación.
CAPITULO I
MARCO METODOLÓGICO
1.1.
Problema:
1.1.1. Realidad problemática:
Este trabajo de
investigación se puede ver en la realidad social como un problema común en
estos tiempos.
1.1.2. Formulación del problema:
¿Cuál es la influencia de la educación de los
padres hacia los hijos con respecto al maltrato hacia la mujer?
1.1.3. Justificación:
Este estudio de
investigación se realizó debido a que en la actualidad se observa un fenómeno complejo de la sociedad, conocido
desde hace siglos, pero con características especiales en la etapa actual,
puesto que puede envolver a cualquier grupo socioeconómico en mayor o menor
intensidad, y resultan las familias desposeídas las más afectadas.
Cuando se observa lo que ocurre en el mundo
alrededor de las familias y dentro de éstas, a la mujer y el niño; es fácil
comprender el riesgo a la supervivencia que corren millones de personas, si no
se les presta la ayuda necesaria para aliviar la pobreza, el maltrato físico y
psicológico y alcanzar niveles de vida
adecuados en los próximos años.
1.1.4. Limitaciones:
Poco tiempo para realizar
las investigaciones, lo cual influye en el resultado de la investigación.
Poco tiempo que teníamos
para reunirnos con mis compañeras, ya que no concordábamos en horarios, para
así avanzar con la investigación.
1.2. Objetivos:
1.2.1. Objetivo general:
Identificar
la influencia de la educación de los padres hacia los hijos con respecto al
maltrato hacia la mujer, (mediante el uso de libros, información de internet y
algunas fuentes).
1.2.2. Objetivos específicos:
·
identificar cuanto influye
el factor familia en la educación de los padres hacia los hijos.
·
identificar cuanto influye
la autoestima en su educación familiar.
·
conocer cuál es la
influencia de la familia en la autoestima del menor.
·
cuál es la influencia de la
crianza en sus relaciones interpersonales.
·
como influye el entorno
familiar en el aspecto intrapersonal de los hijos.
1.2.3. Variables:
·
Educación
·
Autoestima
·
Maltrato hacia la mujer
1.3. Hipótesis:
1.3.1. Hipótesis general:
La educación
y la baja autoestima influyen con respecto al maltrato hacia la mujer.
1.3.2. Hipótesis específicas:
·
El factor familia influye de
una manera directa en la educación de los hijos.
·
La autoestima influye al maltrato hacia la mujer.
·
Las familias
influencian en el nivel de autoestima de sus hijos.
·
la crianza de los hijos ha
influenciado en sus relaciones interpersonales.
·
el entorno familiar influye
de manera directa en el aspecto intrapersonal.
1.4. Diseño de ejecución
1.4.1. Tipo De investigación:
Este presente proyecto de
investigación se basa en un estudio correlacional.
1.4.2. Diseño de investigación:
Se empleó un diseño de
investigación no experimental de tipo
transversal – correlacional
1.4.3. Instrumentos
Libros, información de internet y algunas
fuentes.
REALIDAD
PROBLEMÁTICA:
El trato
discriminatorio a la mujer persiste en ámbitos como el laboral o el económico y
parece que fuera desapareciendo de otros, como el educativo. Cuando una mujer
es golpeada física o psicológicamente en su círculo más cercano, aparece, como
en un espejo, la imagen misma de lo que nuestra sociedad sigue siendo.
El rol social que se atribuye a la mujer la
convierte en víctima de una violencia específica que, aunque la conocemos por
doméstica, es el más evidente ejemplo de violencia de género.
El poder y el dominio se consideran valores
positivos, aún más en nuestras sociedades competitivas, y esos atributos
continúan siendo intrínsecos a la virilidad. Estos “valores” fundamentan
estructuras de desigualdad, y un medio para alcanzarlos, demostrarlos o
defenderlos es la agresión.
Los médicos forenses, Miguel y José Antonio Llorens
Acosta, sostienen que a lo largo de la Historia las agresiones masculinas han
sido una demostración de autoridad y superioridad que las mujeres aguantaban
como “pago” a la protección que el hombre les ofrecía. Todavía hoy en muchos casos,
el hombre representa esa protección y esa seguridad, sobre todo económica, pero
debería haberse superado la primitiva moneda del maltrato.
La violencia doméstica no se da únicamente entre
mujeres dependientes, con poca formación o bajo nivel cultural; jóvenes
universitarias o mujeres de clase media y alta son también objeto de este tipo
de agresiones, aunque sus posibilidades personales y económicas hacen que no se
prolongue en el tiempo. Un estudio del profesor José Antonio Carrobles entre
estudiantes universitarias revelaba que el 7% había sido víctima de alguna
agresión de carácter sexual... lo preocupante es que el 17% de sus compañeros
encontraba alguna justificación a la agresión. Datos como éste son una prueba
de que queda mucha tarea educativa y de sensibilización para acabar con la
violencia de género.
UN PROBLEMA SOCIAL
Hasta 1998 no se percibía en la opinión pública la
convicción de que la violencia doméstica era una cuestión social y una señal de
alarma ante una realidad que concernía a todos. El caso del asesinato de Ana
Orantes a manos de su marido tenía todos los componentes de gran titular:
quemada viva tras años de palizas y con unos hijos que repudiaban al agresor.
Las organizaciones de mujeres, desde su aparición, han trabajado por que todos
los ciudadanos se conciencien de la lacra que supone la violencia doméstica
—“terrorismo doméstico”, como ellas prefieren llamarlo— pero bastaron unas
imágenes en televisión para que sus reivindicaciones empezaran a ser
escuchadas. Desde entonces ha pasado de ser un asunto privado, que sólo
concierne a la pareja, a un problema social, que también compete a las
autoridades.
Ese mismo año se aprobó el primer Plan de Acción
contra la Violencia Doméstica, con medidas que se prolongaban hasta el presente
año 2000. Desde entonces se han invertido algo más de 4.700 millones de pesetas
en campañas publicitarias, cursos de formación o casas de acogida. Un total de
70 Organizaciones No Gubernamentales han recibido subvenciones para desarrollar
programas que combatan la violencia doméstica. Pero el número de mujeres
asesinadas por sus parejas continúa aumentando. En 1998 un total de 35 mujeres
murieron a manos de sus cónyuges, en el 99 el número ascenció a 42, y por lo
menos a 30 en lo que va de año.
Uno de los principales logros, según las
asociaciones, es el creciente número de denuncias —que han aumentado un 6,5%
con respecto al año 99— ya que podría afirmarse que los malos tratos son en
realidad un problema oculto: se calcula que el 95% de las agresiones no se denuncia.
Uno de los principales retos es acabar con el sistema que otorga impunidad al
agresor, para que la mujer perciba que la denuncia puede ser el principio del
fin. Fundamentalmente, las críticas se centran en la aplicación de la
legislación y en los defectos de fondo y de forma durante el proceso que
colocan a la mujer en una situación de total indefensión.
RESPUESTA PENAL
INSUFICIENTE
La mayoría de los colectivos que trabajan para
acabar con el maltrato hacia la mujer coinciden en señalar que la legislación
es clara y suficiente, aunque siempre podría mejorarse. La Asociación de
Mujeres Juristas Themis estudió la respuesta penal a la violencia familiar
mediante el análisis de casi 2.500 expedientes judiciales.Una de sus
principales conclusiones es que en más de la mitad de los casos las mujeres
desisten de continuar los procesos por la falta de mecanismos judiciales de
apoyo y protección. Resulta además muy sorprendente que el 51% de las
sentencias que se pronunciaron fueran absolutorias y tan sólo en el 18% el
agresor fue condenado.
Otra constante es la falta de rigurosidad de los
jueces, ya que en la mayoría de los casos se imponen las penas mínimas y sólo
se actúa con contundencia si se producen resultados de muerte, nunca en
prevención de los mismos. Pero como denuncia Themis, la sanción penal de la
violencia familiar no es cuestión de “mayor severidad en las sanciones, sino
fundamentalmente de voluntad real de aplicación legal de la normas existentes”.
Ana Maria Pérez del Campo, fundadora de la Federación de
Mujeres Separadas y Divorciadas, ha afirmado que las víctimas de malos tratos
prefieren que su caso sea juzgado por un hombre en lugar de una mujer, ya que
las juezas, quizás por temor a que se les acuse de feministas, suelen ser más
benévolas con el agresor.
En cualquier caso, también existen ejemplos
laudatorios: el juez Santiago Vidal de la Audiencia de Barcelona, consideró un
caso de maltrato en el hogar como delito contra la integridad de las personas,
recogido en el capítulo del Código Penal dedicado a las torturas —hasta ahora
sólo se había aplicado en casos de violencia policial—. Esta sentencia sienta
un precedente y abre la posibilidad de luchar de manera más decidida contra la
violencia doméstica. El agresor fue condenado a 29 años de prisión.
SÍNDROME DE ESTOCOLMO
DOMÉSTICO
A pesar de las dificultades y del miedo hay que
romper el silencio. El silencio siempre es un obstáculo y una de las
principales trabas que tiene la mujer para acabar con él es ella misma.
Reconocerse como víctima y “traicionar” al que ha sido su compañero, asumir el
juicio social, sentirse responsable de las agresiones, la falta de perspectivas
personales y económicas… son factores psicológicos y sociales que perpetúan la lacra
de la violencia doméstica.
La macroencuesta realizada en marzo por el
Instituto de la Mujer revela que el 12,5% de las mujeres maltratadas no se
reconoce como tal. ¿Mecanismo de defensa o interiorización de unos roles
impuestos? Según Andrés Montero, Presidente de la Sociedad Española de
Psicología de la Violencia, la definición misma de maltrato no es unívoca y
depende de tantos factores que para muchas mujeres los insultos no son
agresiones... para otras muchas, un bofetón, tampoco.
La mayoría de las que sufren maltrato están
inmersas en una maraña de comportamientos para poder aguantar el infierno de la
convivencia. Muchas no soportan esta situación y acaban tomando la opción del
suicidio... las cifras sobre muertes por malos tratos nunca contabilizan los
datos de suicidios.
Los síntomas depresivos que padecen estas mujeres
se manifiestan fundamentalmente mediante la apatía, la pérdida de esperanza y
la sensación de culpabilidad.
El informe La violencia doméstica contra las
mujeres elaborado por el Defensor del Pueblo en 1998, insiste en el arraigo
entre muchas mujeres de lo que denomina “el amor romántico”, que con su carga
de altruismo, sacrificio, abnegación y entrega, refuerzan la actitud de
sumisión.Consideran un fracaso la separación porque después de tanto esfuerzo
no han conseguido salvar su relación.
Asumen el sufrimiento como un desafio, como si
ellas pudieran cambiar la situación, cambiarle a él. Echan la culpa de la
irritabilidad de sus compañeros a factores externos como la falta de trabajo,
los problemas, e incluso llegan a culpabilizarse a sí mismas. Encuentran
cualquier argumento para justificar a su pareja; en el 45% de las denuncias, la
mujer argüía el alcoholismo del hombre como causa desencadenante de la
agresión, cuando está demostrado que el porcentaje de agresiones que se
producen bajo los efectos del alcohol es muy reducido.
La ausencia de unas redes sociales sólidas hacen
que su mundo sea su compañero, que los proyectos de él sean los suyos propios y
que todo se reduzca a él.
Pero ¿cómo se explica que una mujer pueda soportar
durante años malos tratos brutales (más del 70% convive con el agresor más de
cinco años)? ¿Por qué no sólo no los rechaza sino que encuentra
justificaciones? Dar una explicación a estas reacciones paradójicas es uno de
los objetivos de Andrés Montero. Este experto ha desarrollado un modelo teórico
denominado Síndrome de Estocolmo doméstico que describe como “un vínculo
interpersonal de protección, constituído entre la víctima y el agresor, en el
marco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través de la
inducción en la víctima de un modelo mental”. Ella desarrolla el síndrome para
proteger su propia integridad psicológica y, para adaptarse al trauma, suspende
su juicio crítico. Esta podría ser una sólida explicación para que las mujeres
maltratadas desarrollen ese efecto paradójico por el que defienden a sus
compañeros, como si la conducta agresiva que desarrollan fuera el producto de
una sociedad injusta y fueran ellos las víctimas de un entorno violento que les
empuja irremediablemente a ser violentos.
El Síndrome de Estocolmo doméstico viene
determinado por una serie de cambios y adaptaciones que se dan a través de un
proceso en el que se reconocen cuatro fases. En la fase desencadenante, los primeros
malos tratos rompen el espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la
mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esto desencadenaría
desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión. En la
denominada fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes pero sus
redes sociales están ya muy mermadas, se encuentra sola, generalmente posee
exclusivamente el apoyo de la familia. Con su percepción de la realidad ya
desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión
y resistencia pasiva, llegando así a una fase de afrontamiento, donde asume el
modelo mental de su compañero, tratando de manejar la situación traumática. En
la última fase, de adaptación, la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el
exterior, y el Síndrome de Estocolmo doméstico se consolida a través de un
proceso de identificación.
Esta explicación teórica intenta describir un
proceso e identificar sus causas para lograr el objetivo último de trabajar con
mujeres maltratadas y conseguir que escapen del entorno violento en el que
viven, pero también de esa cárcel en que se ha convertido su mente.
ETAPAS DE LA
VIOLENCIA
La violencia es un círculo: cuanto más se
consiente, más difícil es repudiarla. La violencia hacia las mujeres es un
proceso que, aunque depende de los factores biológicos, sociales o culturales
de cada persona y de cada pareja, presenta etapas comunes.
Al principio la tensión es la característica del hombre maltratador, se muestra irritable y no reconoce su enfado por lo que su compañera no logra comunicarse con él, lo que provoca en ella un sentimiento de frustración. Todo comienza con sutiles menosprecios, ira contenida, fría indiferencia, sarcasmos, largos silencios. A la mujer se le repite el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta por lo que ella empieza a preguntarse qué es lo que hace mal y comienza a culpabilizarse de lo que sucede.
Al principio la tensión es la característica del hombre maltratador, se muestra irritable y no reconoce su enfado por lo que su compañera no logra comunicarse con él, lo que provoca en ella un sentimiento de frustración. Todo comienza con sutiles menosprecios, ira contenida, fría indiferencia, sarcasmos, largos silencios. A la mujer se le repite el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta por lo que ella empieza a preguntarse qué es lo que hace mal y comienza a culpabilizarse de lo que sucede.
A este primer estadio de acumulación de tensión le
sucede la fase de explosión violenta marcada por la pérdida total del control y
el comienzo de las agresiones mediante insultos, frases hirientes, golpes y/o
abusos sexuales. La mujer es incapaz de reaccionar, está paralizada por el
dolor o por la dificultad de encontrar una respuesta a estas actitudes. Está
viviendo una indefensión aprendida.
Durante la mal llamada etapa de “luna de miel”, el
agresor se arrepiente de su actitud, promete no volver a hacerlo, cambia para
contentarla y durante un tiempo se comporta como ella espera. La mujer entonces
se siente reforzada, cree, erróneamente, que ha logrado que su compañero
comprenda, siente que cuenta en la relación. A esta falsa ilusión sigue un
nuevo ciclo de tensiones en el momento en que el hombre considera que está
perdiendo el control sobre ella.
Del abuso verbal en un 90% de los casos se pasa a
la violencia física... pero el abuso verbal también es maltrato. Tan traumática
puede ser una agresión física como un continuo maltrato psicológico. La
violencia psíquica es cualquier acto o conducta intencionada que produce
desvaloraciones, sufrimientos o agresión psicológica y puede ser a través de
insultos, vejaciones, crueldad mental, gritos, desprecio, intolerancia,
humillación en público, castigo, muestras de desafecto, amenazas,
subestimación... Según sostiene el informe del Defensor del Pueblo, “es
frecuente que se den comportamientos de maltrato psicológico y que socialmente
sean aceptados y entren dentro de los límites de la “normalidad”.
Hay además otra forma de maltrato, el abuso sexual,
que según la Asociación de Mujeres contra la Violación padecen una de cada
siete mujeres casadas. La violación dentro del matrimonio ha sido un asunto muy
controvertido y aún hoy alguna sentencia considera atenuante la relación de
matrimonio entre la víctima y el agresor. El abuso sexual es cualquier contacto
realizado contra la voluntad de la mujer, no tiene por qué ir asociado a
agresiones físicas, basta con que se produzca sin el consentimiento de ella.
Muchas de las mujeres que denuncian malos tratos omiten el hecho de que durante
años han soportado relaciones sexuales sin desearlas. En ello influye el hecho
de que se tiende a minimizar este tipo de violencia dentro de la pareja y de
que entre mujeres que han recibido una educación más tradicional está extendida
la falsa idea de que los hombres tienen mayores “necesidades”, y que han de
satisfacerlas a su manera. Se parte entonces de prejuicios culturales según los
cuales la violación es un acto que sólo se produce entre personas desconocidas,
nunca entre marido y mujer.
LA VIOLENCIA PSICOLOGICA
La violencia psicológica es un tema que con más frecuencia se está
escuchando y de acuerdo a las encuestas de la OMS va ascendiendo, a pesar de la
modernidad y rápida urbanización de la población del mundo, la violencia en cualquier
manifestación, se sigue expandiendo como si fuera una epidemia. Dentro de la
violencia generada hacia la mujer, se encuentra la psicológica, sin duda sutil
y grave a su vez. La violencia psicológica podemos definirla como: el conjunto
de conductas que generan agresión, denigrando y modificando la autoestima de la
mujer, así como la imagen de sí misma. Hay tres formas en que se puede emplear
este tipo de violencia:
1.
Maltrato psicológico. Consiste en el trato degradante continuo que tiene como propósito atacar
la dignidad de la persona. Es difícil de detectar pues son muy sutiles pero con
el tiempo afectan.
2.
Acoso psicológico. Es generar violencia psicológica planificada para obtener un propósito
específico, donde el atacante está consciente de lo quiere lograr, en este caso
denigrar la autoestima de la violentada para someterla.
3.
Manipulación mental. Es la forma de control que se da entre dos personas, en este caso, del
hombre hacia la mujer generando paulatinamente que ésta pierda su autonomía,
libertad y toma de decisiones haciéndola dependiente en todas la formas:
económica y emocionalmente.
EDUCACIÓN Y
PREVENCIÓN
La violencia no es un instinto, no es un reflejo ni
tampoco una conducta necesaria para la supervivencia. Como afirma el informe
del Defensor del Pueblo “La violencia se aprende. Se aprende observando cómo
los padres, los hermanos mayores o los vecinos se relacionan”. Lo cierto es que
los estudios sobre violencia doméstica establecen la característica común de
que tanto víctimas como agresores asumen con mayor permisividad la violencia
porque crecieron en un entorno en el que ésta era una forma común de
expresarse. La mayor parte de las mujeres maltratadas tuvieron experiencias
negativas en su familia: sufrieron la violencia de sus padres o fueron testigo
del sufrimiento de una madre maltratada, así, adquirieron un rol pasivo de
sumisión y sometimiento. Están pues habituadas a este tipo de conducta por lo
que han desarrollado una desvalorización de su persona y se han adaptado a un
continuo maltrato. En cuanto a los maltratadores, igualmente proceden, en su
mayoría, de familias donde existían los malos tratos y han interiorizado la
violencia como un instrumento de poder.
Los psicólogos consideran que los modelos se
repiten, perpetuándose el denominado “ciclo de violencia” por el que niñas
maltratadas y niños maltratados o testigo del maltrato, acaban convirtiéndose
en maltratadores. De esta manera, los modelos familiares y los roles sexuales
transmitidos en la educación más primaria del individuo, tienen mucha más
influencia que la educación recibida posteriormente.
Para lograr la erradicación de los malos tratos es
fundamental acabar con los estereotipos del dominio del hombre, que se siente
con el derecho de que su compañera y sus hijos le rindan obediencia, lealtad y
respeto incondicional. Lograr que se asuman plenamente las relaciones de
igualdad, con el respeto a la persona, independientemente de su sexo, es
fundamental para trabajar en prevención.
La prevención a través de la educación es una de
las reivindicaciones del colectivo de mujeres que trabajan con las víctimas del
maltrato doméstico. El ya mencionado Plan de Acción destinó a educación y
formación (donde también se incluyen cursos a profesionales de todos los
ámbitos, educadores pero también policías) un total de 213 millones de pesetas
mientras que en el área de sensibilización, que incluye medidas para que la
sociedad se conciencie, se han invertido 394 millones.
Inculcar valores de igualdad, de respeto, de tolerancia, educar en la no violencia, transmitir modelos donde la comunicación sea la palabra y no la agresión... son los pasos necesarios para erradicar esta flagrante violación de los Derechos Humanos más básicos.
Inculcar valores de igualdad, de respeto, de tolerancia, educar en la no violencia, transmitir modelos donde la comunicación sea la palabra y no la agresión... son los pasos necesarios para erradicar esta flagrante violación de los Derechos Humanos más básicos.
CONCLUSIONES
Ø Aumentar la conciencia para cambiar
las actitudes y tener una influencia en el comportamiento entre la gente de
todos los niveles de vida es esencial para prevenir y poner fin a la violencia
contra las mujeres.
Ø Desde individuos hasta gobiernos de
ONG, se está movilizando a la gente en esfuerzos locales, nacionales e
internacionales para tratar con el problema.
Ø Las actividades varían de campañas
gubernamentales para informar a las mujeres que existen leyes para prevenir y
castigar la violencia, hasta peticiones mundiales, reuniones de comunidades y
poblaciones para hablar de los efectos adversos de la mutilación de los órganos
genitales femeninos, proyectos para involucrar a hombres y niños en la
prevención de la violencia contra las mujeres.
BIBLIOGRAFIA
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LOS, M; DE LAURENTIS, T; MARCUS, S; VANCE, J (1994) Violencia sexual. cuerpos y
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